sábado, 11 de abril de 2009

*****Sangre Azul*****

Capitulo 1- Mal’ach.

Con la primera luna, la primera hora de luna, él despertó. Siempre despertaba sereno, tranquilo, sin una pizca de sombra en el semblante.
La noche era serena y el barco se mecía suavemente al ritmo del Pacifico.
No importaba cuanta hambre tuviera, allí en frente estaba la costa y la luna bañaba los árboles que llegaban hasta el mar…siete meses de hambre acabarían pronto.
En cubierta, estaba solo. El aire marino le bañaba el rostro y el pecho le palpitaba al ritmo del ansia del desembarco.

-Disculpe, como en cuanto tiempo estaremos en tierra? - Pregunto a uno de los marinos que pasaba.
-Mmm...…
-Disculpe les pregunte en cuanto tiempo estaremos en tierra?!
El marinero lo mira con cara de pocos amigos y dice:
- En cerca de dos horas si no sigues molestando (y le empuja con el hombro)- EL hombre miro el continente que se acercaba cada vez mas con toda calma y luego de un rato volvió a decir- Si, como en dos horas.
-Necesito que me ayude- Le dijo al fin él muchacho.
-No podrá ser –respondió con enfado el marinero.
-Bueno, necesito bajar el equipaje que he traído desde Europa, con el máximo de cuidado, es importante-Le muestra un fajo de billetes-quizás esto le convenza.
El marinero lo miro un rato y luego sir ve el dinero lo tomo-Lo hubiera dicho antes.-dijo mientras se metía el dinero en su bolsillo y se ponían en camino hacia las bodegas del barco.

Llegaron a una pequeña escotilla en el piso, que estaba cerrada. El marineo saco un manojo grande lleno de enormes llaves plateadas. El muchacho lo miro en silencio hasta que el marinero abrió por fin la puerta del sótano.
Bajaron de a uno y en silencio. Todo estaba oscuro y con un desagradable olor a encierro. El marineo encendió una lámpara de gas, que había tomado de junto la escotilla de la entrada al sótano.


Busco entre las cosas el equipaje del muchacho mientras le pregunta:

-Como me dijiste que te llamabas?
-No se lo he dicho aun…-Le dijo el muchacho con calma, mientras recorría con sus ojos felinos la oscuridad.
-Es ese de allá-dijo al fin, el muchacho, luego de recorrer un par de veces el lugar con la vista.
-Esa caja grande?-pregunto el hombre abriéndose paso con dificultad entre los bultos.
Lo golpeo un par de veces y luego lo limpio con la tela grisácea con que estaba envuelto
.
El equipaje del muchacho tan solo era una enorme y pesada caja de madera fina, con inscripciones extrañas en la cubierta y un extraño símbolo en el centro de la tapa.
El hombre lo miro con asombro y luego continúo con la tarea.

-Y de donde vienes tu?, estas con alguien mas?- dijo mientras volvía a mirar el extraño símbolo.

-No hace mucho que llegue, vengo de Italia…
Mi familia se vino antes en busca un lugar mas tranquilo en donde vivir… ya que aquí no vive mucha gente y parece mas tranquilo.
El muchacho observaba todo el entorno con detenimiento, como si fuese la primera vez que veía el mundo.

-Mmm...…no están así…-le dijo el marinero sin mirarlo y luego de acabar de envolver nuevamente el cajón y de atarlo con cuerdas se dirigió a él
-Me pregunto… ¿Qué le verán a estos lugares?, por que lo que es yo me vuelvo a Castilla…cuando pueda.





El muchacho lo miro un momento.
-Es que…-continuo el marinero -en Santiago no hay casi gente… esto es un pueblucho…
-Usted no parece feliz aquí, pero lo que es mi familia… cree que este es el lugar ideal para vivir…España tampoco es la gran cosa, en todas partes es lo mismo… ¿es usted español?, no lo parece.
-Si, pero he vivido treinta años acá...a uno se le pega el acento…Usted a estado en España?
-He estado en todas partes por lo menos dos veces…aunque fue hace mucho…-El rostro del muchacho se puso aun mas pálido y sus ojos celestes se veían tan profundos como dos universos, llenos de misterio e historias.

Ambos se miraron. El marinero se sintió absorbido por una especie de sentimiento raro como si el muchacho que tenia en frente de pronto fuera una especie de espectro, de un ser extraño y omnisciente. Un escalofrío le recorrió la espalda.

-Usted es agnóstico o…algo?- Pregunto el marinero al fin.

-¿Por qué lo preg…?- no pudo terminar la frase, el marinero apuntaba al pecho del muchacho; de donde colgaba el símbolo egipcio del mundo de los muertos.

-Ese símbolo, jamás lo he visto, no es de Dios- dijo al fin el marinero con su rostro serio iluminado por las velas.

-No… de su dios no… es algo que… representa…

No pudo continuar. Se quedo en silencio e inmóvil.
El marinero luego de observarlo por unos momentos continúo su tarea.

Al terminar, se quedo de pie iluminando al muchacho con la lámpara y luego de un largo silencio dijo.

-Tu eres raro… pero, si quiere saber algo… acá encontraras mucha gente como tu…

Y luego se volvió de espaldas al muchacho, y agrego.
-No te dejo la lámpara… parece que tu ves bien en la oscuridad…
Y luego subió la escalera rápidamente.

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“Acá encontraras mucha gente como tu…”… se lo repitió una y otra vez, mientras el hombre del carruaje hacia los últimos arreglos para partir, por fin, rumbo a Santiago.

El olor del mar le puso de buen humor nuevamente, aunque estaba turbado, por alguna razón su comportamiento no era normal y sus ganas de beber también estaban casi nulas, se sentía lánguido y frió, a pesar de era diciembre y hacia mucho calor.

El hombre del carruaje hacia alborotos en todas partes hablaba con cada persona que pasaba por el Puerto. Cada segundo que pasaba ponía al muchacho de peor humor, mientras esperaba sentado en el carruaje. Sabia que lo esperaban en la Cuidad, y sabia que debía partir cuanto antes. Jamás le perdonarían que no llegara o que se retrasara ya tanto.

Por fin cuando se pusieron en marcha, él se sintió mas tranquilo…algo en su pecho ardía muy fuerte y no lo dejaba pensar ni siquiera en el hambre. Había pensado en un plan para matar al hombre del carruaje una vez llegados a Santiago, pero de pronto llego un momento en que cualquier pensamiento por efímero que fuese le parecía idiota.
Por eso odiaba ver a sus padres, porque le hacían sentir una subespecie de ellos mismos, porque también en el fondo siempre sabían más que él sobre los planes de la familia, y porque todo le parecía una estupida empresa, pero la reunión era importante y todos debían estar presentes. Y eso era en el fondo lo que le ponía de mal humor: la reunión.



La noche era muy calma, la luna iluminaba los cerros y las pequeñas plantaciones de parras. Era un paisaje enmudecedor, tan hermoso como nuevo para él. Se le lleno, entonces, el corazón de deseos de partir a pie, tomar un poco de esa luna maravillosa del campo, estar al aire fresco de una noche de verano, pero a cada instante el pensamiento de el reencuentro con los sangre azul lo perturbaba, y lo llenaba de mas y mas ansias de huir.
De pronto le pareció que la luz de la luna se transformaba lentamente en la luz del sol, y le pareció como que todo estaba iluminado y se sintió tan cansado que deseo morir, pero morir para siempre y de una vez por todas, porque el recuerdo de la luz del sol le hacia sentir muy triste, porque hacia milenios que el sol no salía en su vida, desde la lejana infancia, mas lejana que la de cualquier persona, y se recordó del mundo, el mundo en el que nació, el mundo en el que estaba; y se pregunto hacia adonde iría el hombre y hacia donde debían seguirlos ellos, escondiéndose en las sombras…





-Disculpe joven…pero, llegamos- le dijo el cochero que ya había bajado del carruaje y había bajado también el equipaje- Necesito que me ayude a bajar el bulto grande.
-Por supuesto-Le respondió él, incorporándose y luego de un rato el cochero se marchaba dejándolo en frente de la casona sin luz.

Miro a todas partes. Estaba solo en el enorme jardín lleno de árboles que se mecían al compás del calido viento de verano.
Camino hasta el zaguán y allí se quedo porque sintió olor a humano. Se quedo como petrificado por la sensación de hambre extrema que lo embargaba, pero a la vez lo detenía el recuerdo vivido de él mismo corriendo y jugando, siendo niño. Nunca antes una sensación así lo invadió, nunca antes la razón había sido mas fuerte que la sed, ni la noche eterna menos que el sol iluminado de la primera infancia; nunca habían venido a él esos recuerdo tan vividos, tan reales después de miles de años, de los años en que fue un hombre joven en el comienzo de un mundo joven.


De pronto alguien rió y luego muchas personas mas, allí dentro. Y él seguía allí sin poder entrar, paralizado por la mente.
Nuevamente se sumergía en sus recuerdos cuando oyó una voz.

-Mal’ach?

Una voz firme le rodeo. Una voz familiar que pronunciaba su nombre con tanta normalidad como si fuese el habla común, como si Mal’ach fuese un nombre común en 1700.Se volteo lentamente y…

-Asaf…-Murmuro despacio.-Hay gente en la casa?

-Naama tiene una pequeña fiesta…

El otro muchacho lo observo con detenimiento.
-Que haces? ¿Por qué no entras?-Agrego mirándolo fijamente.

Una nueva risotada y una música invadieron el aire. Asaf tomo a Mal’ach y lo llevo hasta la parte de atrás de la casona y lo hizo entrar por una extraña puerta.



-Has tardado mucho- le dijo indicándole que debía bajar por la escalera en caracol.- ¿Como están allá en Italia?

-Bien…él va a venir-dijo sin mirar al otro chico.
-A que?, este lugar es una pequeña España, aquí no hay nada…
-Nose- le interrumpió Mal’ach- Solo dijo eso, todo depende del consejo…a dicho que quiere venir, pero no ahora, talvez en unos siglos mas…
-Has traído mas mensajes?- Le pregunto Asaf. El asintió con la cabeza y luego dijo:
- Ya no vuelvas a llamarme Mal’ach.

Se quedaron en silencio un momento y luego Asaf lo hizo entrar en un cuarto iluminado por velas, en donde estaba sentada una mujer que bebía de una copa un líquido rojo mientras miraba las estrellas que se alzaban en perspectivas extrañas en el cielo alto.

Mal’ach se sentó en un sillón frente a ella y solo entonces advirtió a un muchacho que agonizaba en el regazo de ella.

-Ángelo, has demorado tu llegada.-Ella no lo miro.

El sin inmutarse por el muchacho agonizante susurro:
-Lo siento madre… el barco demoro mas de lo que debía.

-Te has puesto débil, ¿Estas cansado?...

Ella lo miro a los ojos que le brillaban a la luz de la velas.

-Debes decirme que te pasa…
Ella parecía estar en un estado de calma total, bebía con naturalidad de la copa y pronunciaba todas las palabras con precisión y fineza.

-Ángelo, quisiera que vivas aquí con nosotros, con tu familia mas cercana… por nuestro bien, por tu bien… no mas viajes por el mundo…debes buscar un lugar en donde vivir…por lo menos por unos siglos.

Hubo un largo silencio. Hacia un rato que Asaf se había ido.

Mal’ach miro a su madre sostener la copa en alto sin decir nada. Era una mujer joven, aparentaba treinta y cinco años. Esa era la edad con la que él la recordaba y esa edad tuvo para siempre.

-Me siento cansado… de vivir.- Le susurro a su madre en el silencioso cuarto.

Ella lo miro un rato y luego se acomodo en el sillón. Ella tomo el cuello del muchacho que dormía en su regazo y lo apretó en contra de la copa y en esta se derramaron chorros de sangre tibia.

Mal’ach miro a su madre y luego sintió un deseo terrible de arrebatarle la copa, mas se contuvo.

-Eso se puede arreglar-Le dijo su madre al fin-debes descansar, hace mucho que no duermes profundo.

El asintió con la cabeza.
-Tienes hambre?
-Muy poca…

A Mal’ach la voz casi no le salía.

-Realmente estas débil…

Ella entonces se puso de pie y se paseo por la sala arrastrando un hermoso vestido rojo.

-Lo hablaremos luego del consejo… yo creo que es mejor que descances, y… que comas.

Mal’ach la miro con seriedad y asombro. Y luego de un rato de pensar lo que decía su madre se puso de pie y empezó a caminar hacia la puerta.


-Mal’ach…-Ella lo contuvo y luego dulcemente volvió a su tierno acento- En el salón hay unas señoritas que quieren conocerte…

El le sonrió a la fuerza y se fue.

Subió al salón con aplomo y sin ganas. El olor a humano lo inundaba todo y en algún sentido lo hacia marearse.

El ruido de la fiesta era llamativo y extraño al igual que la escena que presenciaba, vampiros y humanos bailaban y reían al unísono. Y eso, lo tuvo de pie mirando la escena sin intervenir en ella.

Mal’ach (o Ángelo), había nacido casi en el principio del mundo, sin embargo no era un vampiro adulto en toda su forma. Era mas antiguo que muchos de los Sangre Azul del Concilio Oscuro, sin embargo era aun un joven.
Había dormido tres veces muy largos sueños profundos, lo cual lo había hecho ser bastante inmaduro para los vampiros más viejos, Mal’ach podía leer el pensamiento y entrar a las casas humanas a beber, eso cuando estaba fuerte, cuando había bebido sangre a montones, cuando se sentía mejor, cuando no lo hacían dormir profundo…
Pero el era joven en su alma y prefería hacer otras cosas. Y en ese momento solo deseo bailar.
Sin darse cuenta tomo a una de las muchachas del salón y con ella bailo hasta que el olor suave de ella lo dejo en un estado extraño. El olor a humano para el vampiro es un fuerte alucinógeno, una especie de droga que los deja en blanco, que tan solo alimenta la idea de beber la sangre del sujeto en cuestión hasta conseguir una especie de éxtasis.
Y ella era muy llamativa, en muchos sentidos, para él.






-Oye, como te llamas…
Ella hablaba como sin hablar, como si sus labios no se movieran.El se quedo un rato observándola y luego susurro:
-Ángelo…
-Ángelo?, eres un ángel?- Rió ella.

El la tomo de la cintura y puso la cara en el cuello de ella.

-Puede ser…puede que te equivoques también… nunca se sabe.

El beso su cuello una y otra vez, mientras ella reía suavemente.


-Creo que este no es el lugar para que hagas eso…

Ella tenía los ojos puestos en el techo oscuro iluminado con velas rojas.

-Yo no lo creo… -le dijo él, tan solo unos momentos antes de clavarle los colmillos. Ella se quejo muy bajo, pero cerro los ojos en señal de entrega, y lentamente se fue desvaneciendo en los brazos de Ángelo, que aun seguía girando en el salón, mientras bebía de ella suavemente.

Ángelo bebió de ella y se lleno en él, el sentimiento de que era nuevamente un vampiro y volvió a él la noche, la luna y las parrandas vampiricas y la vida nocturna de tantos milenios. Todo se volvió a llenar de esa extraña vida que les aporta la sangre a los vampiros, la vida tras la muerte, basada en la vida. Todo parecía tomar un rumbo nuevo y renovado, y su aspecto mejoro aun más, y se sintió dueño del mundo y de su vida.
Y una vez que había bebido de ella, Ángelo la tomo como si fuese a bailar un hermoso vals, y alzo los brazos al cielo riendo y con los labios con sangre fresca; y como una hermosa coincidencia maquiavélica, soplo un suave susurro nocturno, un viento tenue que dejo en la oscuridad la fiesta, y dio paso a la casería de los vampiros…
Hubo gritos y escándalo, quejos y muerte… ninguno de los mortales salio vivo de la fiesta.




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